METODOLOGíA DE LOS ENSAYOS CLíNICOS EN EL ASMA

 

Valentina Gutiérrez Vall de Cabres

Hospital Universitario Dr Peset. Valencia

 

Muchos de los tratamientos que empleamos habitualmente siguen siendo objeto de controversia, en gran parte por falta de evidencias sólidas sobre su efectividad. Se gastan cantidades ingentes de recursos en intentos terapéuticos (o diagnósticos) de valor incierto. En estas circunstancias, los ensayos clínicos bien diseñados podrían representar ahorro.

Las “ideas” más o menos prometedoras que podrían dar base a una buena alternativa de tratamiento suelen inferirse a partir de los mecanismos etiopatogénicos de la enfermedad, o surgen de apreciaciones de la clínica o de estudios epidemiológicos. Así, el reconocimiento del asma como enfermedad inflamatoria ha dado soporte científico al tratamiento con esteroides inhalados, y la apreciación de cambios persistentes en la pared de las vías aéreas ha instado a investigar acerca de la necesidad de la adición de otro fármaco antiasmático en muchos casos.

Pero en investigación, las apariencias engañan, nada puede darse por sentado  y e sentido común, tan necesario, no basta. La mejor forma de someter estas ideas a examen parece ser  el ensayo controlado, aleatorizado, simultáneo y ciego (1) que trata de un tipo especial de estudio de cohortes en el que la intervención terapéutica se asigna minimizando los sesgos.

Los ensayos clínicos están ética y científicamente justificados por varias razones:

-    En muchas enfermedades, los tratamientos disponibles son insuficientes o claramente ineficaces, por lo que es necesario encontrar mejores tratamientos.

- La experimentación animal tiene bajo poder predictivo para la generalización de los hallazgos a las personas.

- En muchos casos no se dispone de alternativas científicas para establecer el verdadero valor terapéutico de una nueva sustancia.

- Del ensayo clínico, pues, derivan múltiples ventajas para el enfermo, la sociedad, el médico, el hospital y la ciencia en general.

                Por otro lado, cuando los ensayos clínicos se incorporan, como una actividad asistencial más, a una estructura clínica hospitalaria, se aportan mejoras no solo en la calidad asistencial y en el desarrollo científico, sino también en la organización del trabajo y en el fomento del estudio.

               

PRINCIPIOS DE LA INVESTIGACIóN CLíNICA APLICADA.

                Aunque no todos los autores están de acuerdo, parece claro que existe una ciencia de la investigación clínica aplicada, que funciona. La prueba no deja lugar a dudas: la medicina moderna es efectiva para prevenir y tratar muchas enfermedades. Pero ¿en qué consiste esa ciencia y cómo funciona?. Determinar cuál es la mejor forma de hacer investigación sobre los problemas clínicos no es una tarea fácil, y no existe ningún planteamiento que se considere unánimemente como el mejor. Quizás el más importante sea esforzarse en el ideal de ser perfectamente sistemático.  La realidad práctica nos hará descubrir en qué situaciones no se puede evitar apartarse de estos  ideales.

 

¿Qué es lo más importante en investigación clínica?

Quizás las tareas más importantes sean las siguientes:

- Ser creativo, y detectar las preguntas importantes sobre las cuales investigar, e invertir tiempo y dinero, y diseñar planteamientos ingeniosos para obtener la respuesta correcta.

- Tener buen criterio para saber combinar los objetivos científicos y prácticos que compiten entre sí, desafiando la pericia de quien construye el estudio. Por todas partes aparecen alternativas difíciles de decidir.

- Un buen investigador se distingue por su sentido común al formular la pregunta en que se basará la investigación, y al escoger un diseño en particular, determinando la forma concreta en que se obtendrán los individuos del estudio, el tamaño de la muestra y las mediciones que se efectuarán

 

VISIóN GLOBAL DEL PROCESO DE INVESTIGACIóN CLíNICA

                La “obra” comienza con la piedra angular filosófica de la investigación: el proceso de hacer  inferencias sobre la verdad en la  situación real a partir de los hechos observados en la muestra que se estudia y finaliza con la elaboración de una memoria a fin de obtener la financiación económica para la investigación. Entre ambas cosas, está el difícil entramado de diseñar y llevar a cabo un proceso de investigación, que puede dividirse en seis etapas (Figura 1).

                La primera etapa es la elección de la pregunta a investigar, sobre un problema concreto de salud en el mundo real, que el investigador quiere contestar realizando el estudio. Con frecuencia, la elección de una buena pregunta  a investigar es el mayor desafío al que debe enfrentarse un nuevo investigador. Elegir un buen director con experiencia y buen criterio es importante en estos casos.

                El segundo paso consiste en desarrollar el protocolo del estudio. El objetivo es diseñar un protocolo barato y factible en cuanto a su realización, que proporcione una respuesta correcta a la pregunta que se investiga. Para ello es necesario decidir cómo reclutar  a los individuos que formarán parte del estudio, elegir la forma de realizar las determinaciones y el diseño el estudio, estimar el tamaño de muestra, enfocar los aspectos éticos, y planificar la forma de manejar y analizar los datos.

                Después se impone la revisión del protocolo, y estudio piloto si procede, y la  fase de ejecución del mismo, que suele ser la más costosa en cuanto a tiempo y dinero.

                Por último, en lo relativo al análisis de los hallazgos y a la obtención y difusión de las conclusiones, es fundamental aprender a extraer las conclusiones correctas a partir de la investigación y decidir de qué modo pueden aplicarse a las decisiones clínicas.

                Los últimos pasos llevan de manera natural al planteamiento del siguiente proyecto. La mayoría de estudios generan más preguntas de las que contestan, y muchos investigadores se dan cuenta de que a medida que adquieren experiencia van descubriendo más problemas que podrían investigarse.

                Además, con la experiencia, la investigación se hace más fácil y gratificante. Nos vamos familiarizando con los pormenores del reclutamiento de pacientes, con la medición de variables, con los diseños, etc. Cada vez las solicitudes de ayuda  llegan a buen fin  con menos dificultades, se va reuniendo un grupo de personal colaborador  e investigadores más jóvenes y se establecen contactos gratificantes con científicos que trabajan en los mismos temas realizándose a veces, con el esfuerzo conjunto, avances interesantes en el conocimiento.

 

ESTUDIOS EXPERIMENTALES. EL ENSAYO CLíNICO

El ensayo clínico es un estudio experimental que se realiza en enfermos o en individuos sanos con el fin de  evaluar la eficacia o la seguridad de un fármaco o un procedimiento terapéutico. Es el paradigma del método científico aplicado a las ciencias de la salud y durante los últimos años su número ha aumentado enormemente debido a que existe un mayor número de fármacos disponibles en el mercado, y a los requerimientos, cada vez más rigurosos,  por parte de las autoridades sanitarias para demostrar la eficacia de los fármacos que se han de comercializar.

El Real Decreto 561/93, define al ensayo clínico como “toda evaluación experimental de una sustancia o medicamento a través de su aplicación a seres humanos. Sus fines pueden ser múltiples: estudios de farmacocinética o farmacodinámica, establecer la eficacia para una indicación, valorar los efectos profilácticos, investigar su seguridad o conocer el perfil de reacciones adversas.

Según sus objetivos y el momento del desarrollo del  fármaco se clasifican en:

 Los ENSAYOS CLíNICOS DE FASE I son estudios de farmacocinética (que evalúan la absorción, distribución, metabolismo y excreción) o de farmacodinámica (que valoran las interacciones entre el fármaco y el receptor).  Es decir, proporcionan información preliminar sobre el efecto y la seguridad  de una sustancia en individuos sanos o en pequeños grupos de enfermos, orientando sobre la pauta de administración mas adecuada para ensayos posteriores. Constituyen el primer paso en la investigación de un nuevo medicamento en seres humanos y suceden a los estudios preclínicos llevados a cabo en animales de experimentación.

Los ENSAYOS DE FASE II se realizan en enfermos que padecen el proceso patológico de interés y tienen como fin proporcionar información preliminar sobre la eficacia de una sustancia, al establecer la relación entre la dosis pautada y la respuesta obtenida. Amplían los datos de seguridad y eficacia obtenidos en la fase I.

ENSAYOS CLíNICOS DE FASE III: Están destinados a evaluar la eficacia y la seguridad de un tratamiento que todavía se considera experimental. Se trata de reproducir las condiciones de uso habituales, considerando además las alternativas terapéuticas disponibles en esa indicación.

Los ENSAYOS CLíNICOS DE FASE IV se realizan con medicamentos ya comercializados y suelen estudiar aspectos aún no valorados o en condiciones de uso distintas a las autorizadas, como nuevas indicaciones. Sus objetivos son variados y la investigación se plantea en condiciones similares a la práctica clínica habitual. Suelen incluir gran número de pacientes y en ellos se presta especial atención a los efectos adversos.

 

FRACASO DE UN ENSAYO CLíNICO

                Los ensayos clínicos no siempre tienen éxito en su desarrollo y realización. Pueden fracasar bien porque el producto carezca de  la eficacia que se estimaba o porque presente una toxicidad inaceptable. Sin embargo, la mayor parte de las veces, los ensayos clínicos fracasan porque no se alcanzan los objetivos, casi siempre por reclutamiento insuficiente de participantes, que suele representar pérdida significativa del poder estadístico.

Los ensayos clínicos conllevan un enorme esfuerzo económico, gran dedicación de tiempo y una mentalidad rigurosa y abierta de los investigadores. Por ello, participar en un ensayo clínico tiene implicaciones personales, hospitalarias y científicas. Además, la investigación clínica está sujeta a normas éticas y morales y existe una regulación específica de cada país cuya finalidad  es siempre que el proyecto beneficie al enfermo y a la sociedad bajo la premisa de que la investigación sea humanitaria y útil desde el punto de vista científico.

Estos aspectos se han ido plasmando a lo largo de los años en diversos documentos y códigos internacionales. Entre otros:

-Nuremberg 1974

-Declaración de Helsinki de 1964

- Directiva de la Comunidad Económica Europea sobre medicamentos de 1965

- Declaración de la Organización Mundial de la salud de 1966 con sus revisiones (Tokio 1975, Venecia 1983, Hong Kong 1989)

- Informe de Belmonte 1978

- En España: Real Decreto sobre Ensayos clínicos 1993

- Normas de Buena Práctica Clínica

- Regulación del Documento de Consentimiento Informado

                Los requisitos metodológicos de un ensayo clínico son múltiples y rigurosos. Antes de comenzar deben quedar establecidas y bien definidas numerosas circunstancias. En el asma, es obligado precisar y delimitar adecuadamente diversos aspectos propios y específicos de esta enfermedad: ¿cómo se define la enfermedad (datos clínicos y de exploración funcional)?,  ¿cómo se excluyen otros procesos?, ¿qué tipo de asma (ocupacional, polínica, de esfuerzo, etc)? ¿qué medicación antiasmática y concomitante se permite?. Deben también precisrse las variables primarias y secundarias de eficacia, las características y los patrones  de calidad que deben cumplir los procedimientos técnicos y los equipos de medida empleados así como el método a emplear para comprobar el cumplimiento del protocolo y la adherencia a la pauta de medicación empleada. Por último, ha de decidirse cómo van a evaluarse y notificarse los efectos adversos y los criterios de salida o interrupción del ensayo.

 

ENSAYOS CLíNICOS, EXPERIMENTOS O ESTUDIOS EXPERIMENTALES

                El objetivo de los estudios experimentales es evaluar la eficacia de cualquier intervención preventiva, curativa o rehabilitadora. Se definen por dos características. La primera es que los investigadores tienen control sobre el factor de estudio, es decir, deciden qué tratamiento, con  qué pauta, y durante cuánto tiempo recibirá cada uno de los grupos del estudio.

La segunda característica es que la asignación de los individuos a los grupos del estudio se realiza de forma aleatoria. Si los grupos así obtenidos  son comparables, cualquier diferencia observada entre ellos al final del experimento puede ser atribuida, con bastante convicción a la diferente intervención a la que han sido sometidos. La inferencia de causalidad se basa en a comparación de los desenlaces observados en individuos clasificados según la intervención que recibieron (una forma de variable predictiva).

                La gran ventaja del ensayo clínico es su alto grado de control de la situación que proporciona, en el caso de que exista una relación entre la intervención y la respuesta observada, una fuerte inferencia de causalidad.

Los ensayos clínicos son idóneos para poner a prueba la eficacia de estrategias de tratamiento y representan el mejor diseño para controlar la influencia de variables de confusión.

Por otro lado, los ensayos clínicos suelen reservarse para preguntas a investigar relativamente “maduras”: en enfermedades para las cuales los estudios observacionales hayan revelado las características descriptivas básicas, la etiología sugerida, y se haya señalado un camino para enfocar el problema desde un punto de vista clínico.

En los diseños entre grupos se comparan los desenlaces observados en dos (o más) grupos de individuos que reciben diferentes intervenciones.

En los diseños intra-grupo se comparan los desenlaces observados en un solo grupo, antes y después de aplicar una intervención.  Los primeros son los más extendidos en investigación clínica. Uno de ellos, el ensayo clínico aleatorio y ciego se suele presentar como el estándar  óptimo o ideal, y es el que desarrollaremos en este capítulo.

 

ESTRUCTURA DE UN ENSAYO CLíNICO ALEATORIO

El ensayo clínicos aleatorio es el estudio experimental más frecuente en nuestro ámbito. Abordan preguntas como: ¿el contacto precoz con mascotas previene la sensibilización alérgica?, ¿El tratamiento con inmunoterapia previene la evolución a asma en sujetos con rinitis alérgica? o ¿la adición de un segundo fármaco a los corticoides inhalados permite reducir sus dosis?. Los pasos de un ensayo clínico aleatorio se esquematizan en la figura 2.

 

1. Selección de la población

Los individuos en los que se lleva a cabo la intervención proceden de una población de referencia o diana a la que se quieren extrapolar los resultados. Su selección responde a las preguntas: ¿qué tipo de sujetos se estudiarán? ¿cómo se reclutarán?

A partir de esta población diana, se especificarán unos criterios de selección que darán lugar a una población de estudio o muestra que es aquella en la que se desea realizar la experiencia.

Los criterios de inclusión han de definir los sujetos que potencialmente  se pueden beneficiar de la intervención. Si estos criterios son muy amplios, la muestra será más representativa de la población de referencia y las posibilidades de generalizar los resultados son mayores. Sin embargo, en una muestra muy heterogénea será más difícil hallar la respuesta esperada y se requerirá un mayor número de individuos.

Hay que incluir a los pacientes en los que la intervención está contraindicada y  a los que se supone que no van a cumplir las indicaciones del protocolo de estudio, así como aquellos con trastornos extraños que competirán con el desenlace. Esto limita la generalización de los resultados pero permitirá recoger una información más fiable sobre la que basar la interpretación.

Así pues, la utilización de criterios de inclusión y exclusión estrictos aleja a la población de estudio de la población diana, y por lo tanto va en contra de la generalización, pero aumenta la validez de las observaciones.

Antes de que los individuos de la población experimental lleguen a entrar en el estudio deben dar su consentimiento, manifestar que aceptan participar. Es muy probable que aquellos que los dan difieran en múltiples aspectos de los que no lo hacen, incluyendo la motivación y actitudes hacia la salud y factores de riesgo de la enfermedad. Esto dificulta, también, la generalización de los resultados. De todos modos, está ampliamente aceptado que la participación en un ensayo clínico aleatorio debe ser voluntaria y basada en el consentimiento informado.

 

2. Estimación del tamaño de muestra

Los experimentos con un número demasiado pequeño de individuos para detectar efectos significativos en la población han sido muy frecuentes en el pasado, desafortunadamente. La estimación de las necesidades del tamaño de muestra es una de las partes más importantes de la planificación de un estudio.

                Cuanto mayor es la muestra menos probable es que variables (conocidas o no) que pueden influir en el resultado se distribuyan de modo desigual entre los grupos y, en consecuencia, es poco probable que la respuesta esperada varíe a no ser como resultado del tratamiento aplicado.

                A veces el reclutamiento es difícil y debe planificarse que la población sea suficiente, accesible, y se disponga del tiempo y el dinero suficiente para obtenerla.

                 

3.  Asignación Aleatoria

                Una vez se ha elegido la población, el siguiente paso  es asignar a los individuos a cada uno de los grupos (Figura 2). En los ensayos clínicos aleatorios, se lleva a cabo de forma randomizada. Un ensayo clínico aleatorio admite muchas variaciones en su diseño: pueden ser estudios realizados en un solo centro o bien multicéntricos, pueden utilizar o no técnicas de enmascaramiento o comparar un tratamiento con otro o con placebo, según las circunstancias, pero la condición sine qua non para definirlo es la asignación aleatoria de los participantes a los grupos de estudio.

                Los beneficios que se obtienen de la asignación aleatoria se pueden resumir en dos puntos (2):

  1. Se consigue que la comparación entre ambas intervenciones o tratamientos sea lo más imparcial posible. Cuanto mayor es la muestra de sujetos estudiada, menor es la probabilidad de que las variables, conocidas o no, que pueden influir en el resultado (edad, sexo, características basales), se distribuyan de modo desigual entre los grupos, y por ello será también poco probable que la respuesta esperada (criterio de evaluación) varíe ampliamente a menos que sea, efectivamente, resultado del tratamiento aplicado. La estadística permitirá dar una estimación cuantitativa del término poco probable. Cuando se estudian pocos pacientes pueden existir importantes diferencias, a pesar de que los sujetos se hayan asignado aleatoriamente. La asignación aleatoria no garantiza que los grupos sean idénticos, sin que simplemente aumenta la probabilidad de que los sean.
  2. La segunda ventaja es que la asignación al azar permite la utilización  de técnicas de enmascaramiento, que son muy útiles para obtener una estimación no sesgada del criterio de evaluación.

La asignación aleatoria es la clave de un ensayo clínico aleatorio por lo que debe realizarse correctamente, de modo que ni las preferencias del médico ni las del paciente influyan en la decisión de a qué grupo se asigna al participante.

 

  1. Técnicas de enmascaramiento.

Las expectativas, tanto de los pacientes como de los médicos, pueden influir en la evaluación de la respuesta observada. Este problema se evita utilizando las llamadas técnicas de ciego o de enmascaramiento que se definen como aquellos procedimientos realizados con el fin de que los miembros del equipo investigador y/o los participantes del estudio no conozcan algunos hechos u observaciones que pudieran influir en sus acciones o decisiones y sesgar los resultados.

VENTAJAS

Un investigador puede no ser completamente imparcial en la evaluación de dos o más intervenciones. Siempre existe un cierto grado e escepticismo o prejuicio hacia una de ellas. Incluso si es completamente imparcial, los primeros resultados pueden influenciar sus expectativas creando un cierto entusiasmo o desilusión que será difícil de ignorar, introduciendo un sesgo en la interpretación de los resultados. Si los investigadores conocen quién recibe la intervención existe la posibilidad de que, inconscientemente, se examine con mayor minuciosidad cualquier respuesta o se pregunte con más detalle sobre efectos secundarios. Son las intervenciones no intencionadas o cointervenciones, que pueden influir en las diferencias.

Estas preferencias también se dan en los pacientes. El investigador puede contagiar su entusiasmo o pesimismo sobre la nueva intervención a los participantes del estudio, influenciado la respuesta. Por todo ello es importante la utilización de técnicas de enmascaramiento siempre que sea posible, y muy especialmente cuando la respuesta sea difícil de medir porque interviene la subjetividad del investigador o del paciente, como ocurre con la disnea o las puntuaciones de síntomas, fácilmente influenciables por el mero hecho de estar bajo tratamiento.

Si bien la aleatorización elimina la confusión debida a las variables basales, el enmascaramiento elimina la confusión causada por las intervenciones no intencionadas.

LIMITACIONES

En los estudios farmacológicos, el enmascaramiento se consigue presentando ambos fármacos con un formato idéntico. Sin embargo, el ciego se puede romper fácilmente si los fármacos tienen una toxicidad o efectos secundarios distintos y bien conocidos, como la faringitis en el caso de los corticoides inhalados o el temblor y palpitaciones con los beta-adrenérgicos.

La aplicación de técnicas de ciego puede ser inviable cuando se evalúan intervenciones no farmacológicas como las medidas de desalergenización o el efecto de un posible agente etiológico.

 

  1. Placebo

El concepto de efecto placebo hace referencia al efecto psicológico o fisiológico de cualquier medicación, independientemente de su efecto farmacológico. Los factores que intervienen en el efecto placebo son la propia personalidad del paciente, las convicciones y entusiasmo del equipo investigador, y las condiciones de administración y características de la intervención. 

Por tratamiento placebo se entiende una intervención de características fisicoquímicas (aspecto, sabor, color, etc.) y pauta de administración similares a las del fármaco que se evalúa, pero que no posee actividad farmacológica específica para la enfermedad que se está estudiando.

 

VENTAJAS

La principal ventaja es la de controlar los efectos derivados de cualquier característica del tratamiento que no sea el efecto que se está estudiando. También permite la utilización de técnicas de ciego cuando se evalúan dos fármacos con distinta presentación o cuando la duración de los tratamientos es distinta.

Un placebo no solo tiene efectos terapéuticos sino también efectos secundarios y reacciones adversas. Su uso permite conocer la proporción de efectos indeseables que están causados en realidad por la intervención.

 

LIMITACIONES

La primera  y más importante es ética; siempre que exista un tratamiento que se ha mostrado eficaz deberá ser empleado, no pudiéndose aplicar un tratamiento placebo. La segunda es práctica ya que muchas intervenciones no son susceptibles de ser comparadas con un placebo como las recomendaciones ambientales o aspectos de educación sanitaria.

 

6. Seguimiento

                El principio que ha de guiar el seguimiento de los participantes es el de asegurar la comparabilidad entre los grupos, es decir,  la pauta de visitas y  exploraciones ha de ser idéntica para todos los participantes

El seguimiento debe ser adecuado a cada problema concreto y lo suficientemente largo como para asegurar que se producirá la respuesta esperada. En algunos casos será de pocas semanas, como en las exacerbaciones asmáticas. En otros se prolongará años, especialmente cuando se evalúan medidas de prevención primaria. Sin embargo, cuanto menor sea el tiempo de seguimiento más facilidad existe para mantener el contacto con los participantes y, por consiguiente, la probabilidad de pérdidas será menor. Las fuentes de pérdidas durante el tiempo de observación son diversas y su número suele estar en relación con la complejidad y la duración del protocolo.

Otra norma importante es que la duración del seguimiento y las pruebas que se llevan a cabo han de ser iguales para todos los participantes.

                Por último, cabe señalar que la posibilidad de que se produzca un sesgo no está en relación con el número de pérdidas, sino que su respuesta a la intervención sea distinta a la de los que finalizan el estudio.

 

7. Cumplimiento

                El seguir un tratamiento no es tarea fácil, especialmente en las enfermedades crónicas. Existen muchas oportunidades para que los pacientes dejen de cumplir parte o todas las medidas que se les recomiendan.

                La tarea de los responsables del estudio es conseguir que exista el mayor cumplimiento posible. La primera estrategia para conseguirlo se relaciona con los criterios de inclusión, eliminando a potenciales mal cumplidores. El hecho de que haya muchos  malos cumplidores ya es un dato sobre la efectividad del tratamiento

                La segunda estrategia es conseguir que el porcentaje de mal cumplidores se distribuya por igual entre los grupos, lo que se suele conseguir gracias a la asignación al azar.

                La tercera se relaciona  con la organización el estudio. El cumplimiento está en relación con la complejidad de la intervención y la duración del seguimiento. Es conveniente explicar a los participantes la importancia de que cumplan las medidas recomendadas y acudan a las citas que determina el protocolo. Es una buena práctica dar las instrucciones de manera concisa y por escrito.

                El mal cumplimiento tiene implicaciones en la interpretación de los resultados. En primer lugar se puede comprometer la validez interna  si se excluye a los no cumplidores del análisis. La adherencia a un protocolo puede estar relacionada con el tratamiento, y si es mayor en uno de los grupos, la exclusión de los malos cumplidores del análisis puede sesgar los resultados.

 

7. Aspectos éticos

                A diferencia de otros estudios, en los experimentales el investigador controla la intervención, lo que plantea siempre dudas sobre la ética de su realización. El propio término “experimentación humana” suscita recelos, a menudo.  Sin embargo, no hay que olvidar que el desarrollo de los ensayos clínicos en los años recientes ha representado un gran avance porque cuando no está clara la eficacia de una intervención, un ensayo clínico aleatorio bien diseñado y ejecutado es el tipo de estudio que proporciona los resultados más fiables. En este sentido, sería una falta de ética dar un tratamiento de eficacia no probada simplemente porque no se ha llevado a cabo un ensayo clínico.

                Se pueden señalar las ss.  restricciones básicas:

1)       Los factores de estudio o exposiciones deben limitarse a los potencialmente preventivos de una enfermedad o de sus consecuencias.

2)       Las exposiciones en todos los grupos de estudio deben ser igualmente aceptables según los conocimientos actuales.

3)       Los sujetos incluidos en un  estudio no deben ser privados en ningún momento de las mejores medidas terapéuticas y preventivas. Por ejemplo, no es ético utilizar un placebo en una situación para la que exista un tratamiento efectivo.

4)       Los sujetos deben ser informados de su participación en un experimento y de sus posibles consecuencias.

5)       Restricciones relativas a la  protección de datos.

 

ENSAYO CLíNICO CRUZADO

El tipo de ensayo clínico anteriormente descrito corresponde a los estudios en paralelo, donde cada paciente recibe solo una intervención y los resultados obtenidos en cada uno de los grupos se comparan entre sí. Una forma especial de ensayo clínico aleatorio, menos utilizada, es el diseño cruzado (cross-over). En el que cada sujeto actúa como su propio control. En el caso más sencillo, cada individuo recibe aleatoriamente  una de las dos intervenciones  y, en un segundo periodo, la otra.  Ambos periodos están separados por una fase de  blanqueo, para permitir que  el paciente vuelva a su estadio inicial.  En un estudio farmacológico el periodo de blanqueo debe ser lo suficientemente largo para asegurar  que el efecto del tratamiento  administrado en el primer periodo ha desaparecido. Las características diferenciales entre un estudio en paralelo y uno cruzado se recogen en le Tabla 1.

 

Tabla 1. Principales características diferenciales entre un estudio en paralelo y uno cruzado.

Estudio en paralelo

Estudio cruzado

-Cada participante recibe sólo una intervención

-Cada participante actúa como su propio control

-Cada participante se asigna a un grupo

-Se asigna una secuencia de tratamientos a cada participante

-El periodo de blanqueo no es necesario

-El periodo de blanqueo es imprescindible

 

El diseño cruzado solo puede utilizarse en enfermedades crónicas, relativamente estables, y en las que los resultados de una intervención  desaparezcan de forma rápida. No es aplicable en el caso de que el orden en que se administran las intervenciones altere el resultado, o cuando no sea posible realizar un periodo de blanqueo que asegure la total desaparición del efecto de la primera intervención.

La duración del periodo de blanqueo ha de ser corta. Un fármaco que necesita meses para ser eliminado del organismo no es un buen candidato para ser evaluado en un estudio cruzado. Igualmente, este diseño está contraindicado si el tiempo de blanqueo varía significativamente de un individuo a otro. Estas ventajas y limitaciones se resumen en la Tabla 2.

 

Tabla 2. Ventajas y limitaciones de un estudio cruzado.

VENTAJAS

-Es mas eficiente que un estudio en paralelo, ya que requiere un número menor de participantes

-Cada participante es su propio control, por lo que se pueden utilizar técnicas estadísticas  para datos apareados, más potentes.

-LIMITACIONES

-Tiene mayor duración que los estudios en paralelo

-No puede utilizarse en enfermedades agudas o cuya evolución cursa a brotes.

-No se puede aplicar cuando no es posible asegurar la desaparición el efecto de la primera intervención en todos los participantes.

-Cualquier pérdida durante el seguimiento tendrá mayores repercusiones, ya que cada paciente aporta mayor cantidad de información.

 

CONSIDERACIONES FINALES

Rara vez un estudio puede ser considerado muy bueno o muy malo en sí mismo. La valoración solo tiene sentido en relación con la aportación que hace a lo que ya se sabe sobre la cuestión.

                No basta con juzgar un estudio por su metodología, sino que los resultados deben contextualizarse en referencia:

-                            a las probabilidades prácticas de probar determinadas hipótesis, y rara vez es factible el ideal.

-                            en estrecha relación con los conocimientos de los que las hipótesis emergen.

Con frecuencia la pregunta es: Teniendo en cuenta lo que ya se sabe sobre el tema ¿deberíamos complicarnos más la vida, o sea el estudio?. De la repuesta dependerá que los estudios sean más bien relevantes o manifiestamente fútiles.

 

BIBLIOGRAFíA RECOMENDADA

1. Clinical Trials. En Altman (Ed.) Practical statistics for medical research. DG Chapman and Hall, Londres 10993;: 441-476

2. Armitage P. The role of randomisation in clinical trials. Statistics in Medicine 1982; 1: 345-352

3. Friedman IM, Furberg CD, De Mets DL. Fundamentals of Clinical Trials. Boston. John Wright. 1983

4. Lavoriu P, Louis TA, Bailar JC, Polansky M. Designs for experiments. Parallel comparison of treatment. N Eng J Med 1993; 309: 1291-1299

5. Shapiro SH, Louis TA. Clinical Trials. Issues and approaches. Nueva York. Marcel Dekker . 1996